La ténia en la prisiones

    Cuenta Viljoen (Viljoen NF.1937. Onderstepoort J Vet Sci and Animal Industry . 9(2):337-571) que Kuchenmeister en los 1850�s, en Alemania,  hizo arreglos con las autoridades de la prisión (!?) para dar de comer a una mujer condenada a muerte 75 cisticercos en los tres días consecutivos anteriores a su ejecución*.
Tenia

 
       En la autopsia, efectuada 48 horas después de la muerte, se le encontraron 10 tenias jóvenes en sus intestinos. Kuchenmeister repitió el experimento con otro condenado a muerte y obtuvo resultados similares. Otros más hicieron lo mismo. Acababa de demostrarse la transformación de los cisticercos en tenias. Leuckart cerraría el ciclo (así fuera en otra especie de ténido) al observar que la alimentación de becerros con una yarda (!) de proglótidos procedentes de la Taenia saginata resultaba en cisticercosis masiva en los órganos de los becerros. Los huevos contenidos en los proglótidos se habían convertido en cisticercos.
    Estos experimentos, si bien adolecen en su diseño en cuanto a asumir que los presidiarios y los becerros no tenían a las tenias o a los cisticercos antes de ser alimentados con cisticercos y proglótidos, respectivamente, son considerados suficientes para establecer la secuencia tenia-huevo-cisticerco-tenia entre las etapas de diferenciación de los ténidos. Son la demostración científica de lo que ya sospechaba Antimus en 511-534 DC al escribir a Teodorico, Rey de los Francos, que en su opinión los humanos desarrollaban a las tenias tras comer carne de cerdo gordo.

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